Coronel Juan Perea Capulino

Procedente del voluntariado militar, Perea se había retirado de capitán el 20 de septiembre de 1924. Hizo su ingreso en Infantería a los catorce años —nació el 10 de febrero de 1890 e ingresó el 27 de octubre de 1904—, alcanzando el grado de teniente el 29 de enero de 1915. Muy robusto, arrojado, dotado con las virtudes castrenses del militar nato, en julio de 1936 se presentó voluntario en el Ministerio de la Guerra. Tenía cuarenta y seis años. Ascendió en seguida a comandante y se le dio el mando de una columna. El 6 de agosto se destacó en la acción de Navafría al frente de la citada unidad, más tarde convertida en 38 brigada mixta. Operó con ella en los duros combates de Somosierra. En enero de 1937 lo encontramos al mando de la V división; en mayo del mismo año se le confía el IV Cuerpo de ejército, en Guadalajara. Con él permanece hasta el 15 de septiembre. Tomó parte en la batalla de Belchite, en la que sobresalieron sus dotes de organización. Mandó, poco tiempo, el X Cuerpo de ejército y el 23 de octubre sustituía a Casado en la jefatura del XXI Cuerpo de ejército. Su carrera es, pues, meteórica. A principios de 1938, ya coronel, seguía al mando del XXI Cuerpo de ejército, en Lérida, con puesto de mando en el pueblo de Binéfar. El 30 de marzo se le confía el mando del Ejército del Este, a cuyo frente estuvo en las operaciones de Cataluña hasta el derrumbamiento de sus líneas. A pesar de sus probadas dotes de estratega y de la voluntad que puso, Perea no puede sustraerse al desastre: el 3 de abril caía Lérida, ocupada por las tropas de Yagüe, y el 4 entraba Aranda en Morelia. Roto el frente catalán, siguió mandando el ejército del Este de la región catalana. El 29 de mayo Perea sigue al frente de su unidad al crearse el ejército del Ebro con lo que antes había sido Agrupación Autónoma del Ebro, al mando de Modesto. El nuevo ejército del Este estaba formado por tres Cuerpos de ejército (el X, XI y XVIII) y algunas nuevas unidades mixtas. Con él —al frente de él— vivió el último acto de la guerra, según escribe Cordón, dispuesto a luchar hasta el último momento. Se exilió en 1939 y murió en México poco después.