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El Ejército Popular

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Anti-Salas.

(Para leer al general Ramón Salas Larrazabal.)


1. Las tesis de Salas en Historia del Ejército Popular de la República. 

El principal historiador franquista, verdadero constructor de los mitos bélicos de posguerra fue sin duda el general Ramón Salas Larrazabal, con su voluminoso estudio, "Historia del Ejército Popular de la República", un trabajo basado en la exhaustiva lectura de la documentación depositada en los archivos franquistas. Durante un decenio, este historiador leyó y releyó documentos internos del Ejército Popular, y fue sacando sus propias conclusiones. Afortunadamente las expone sin ambages en su conocido prólogo a esta obra y no es necesario leerse los cuatro tomos detenidamente para formarse una idea de lo que el general pretende. Naturalmente que Salas es certero en muchas cuestiones relativas a la constitución, instrucción y materiales del Ejército Popular, y naturalmente, también, que poco podíamos rebatir en las fechas de la publicación del estudio, mediados de los setenta del siglo pasado, con los datos de que disponíamos entonces los aficionados republicanos. No obstante, sabíamos que las cosas no podían ser tan evidentes como Salas las exponía y acompañadas de tan extensa pero poco probatoria documentación. Como le pasaba al mismo Salas cuando empezó su estudio, algo no cuadraba en la historia militar del Ejército Popular, si el ejército rebelde era tan bueno, el republicano tan malo, la superioridad armamentística franquista tan evidente, ¿cómo pudo la República resistir tres largos años? ¿Cómo pudo, incluso, reponerse de tan terribles derrotas, para organizar la inicialmente exitosa ofensiva del Ebro? ¿De qué estaba hecho este ejército tan ineficaz pero tan duro de roer? ¿Qué había pasado en realidad, más allá de la historiografía propagandística franquista que caracteriza el periodo anterior a Salas?

Animado con este noble afán, el infatigable Salas y tras diez años de duro trabajo, llegó a las siguientes conclusiones que estructura en sus siete tesis:

Primera: El día 19 de julio de 1936 el gobierno frentepopulista se vio ante la prueba de una guerra civil porque los sublevados contaban en el país con suficiente audiencia como para quebrantar en alto grado su posición en el poder. En otro caso, los rebeldes no hubieran tenido probabilidad alguna al fracasar el golpe de estado.

Segunda: El gobierno perdió finalmente la partida porque su influencia sobre el país decayó continuamente a lo largo de la guerra al tiempo que crecía en igual medida la de sus enemigos victoriosos.

Tercera: En aquel entonces los medios de hacer y sostener la guerra que existían en el país se repartieron en forma relativamente equilibrada entre los bandos en pugna, como consecuencia lógica de sus igualdad de fuerzas. Las diferencias que se produjeron en la distribución de determinados elementos, permite ponderar aún mejor la equidad que presidió su reparto global. El gobierno consiguió una sustancial ventaja que no hacía sino reflejar la que suponía el disfrute de los resortes del poder.

Cuarta: No solamente el material del ejército y las fuerzas del orden público, fue el que se repartió con equidad; también el personal que habría de servirlo se distribuyó en forma relativamente homogénea.

Quinta: La supuesta superioridad material de Franco, o si se prefiere, la clara inferioridad de los gubernamentales no existió más que como consecuencia muy tardía de las sucesivas derrotas sufridas por el Ejército Popular, muy especialmente en el Norte y en Aragón.

Sexta: La ayuda militar "casi ilimitada" que se dice recibió Franco de Italia y Alemania no llegó a igualar en cantidad al equipo, armamento y municiones, recibido por el Ejército del Frente Popular, de la Unión Soviética o de otros mercados europeos y extra-europeos.

Séptima: La discordia en el campo republicano no fue un factor con influencia decisiva en la guerra y aun en el caso de que lo hubiera sido, sólo serviría para demostrar la incapacidad de los dirigentes frentepopulistas para dirigir la acción colectiva de sus masas y la ausencia de suficiente atractivo integrador en sus programas.

Estas siete tesis anteriormente expuestas se resumen en que los rebeldes gozaban de superioridad moral, incluso ética, que determinaba de forma decisiva el resultado de la confrontación al reducir la ventaja gubernamental en medios materiales y humanos a una mera cuestión técnica, donde entiende Salas que los rebeldes eran superiores militar y administrativamente. Así que la moral de victoria, la causa de la civilización y el coraje de los rebeldes eliminaron esta asimetría inicial de la superioridad gubernamental, propiciando el curso victorioso e imparable de la irrupción franquista.

 Es necesario para confirmar estas tesis, demostrar que los gubernamentales dispusieron de más y mejor material bélico, que despilfarraron sus recursos, que se mostraron incompetentes en su gestión, que gastaron sus recursos de mala manera, incluso deshonesta. Es necesario, igualmente demostrar que, como dice el propio Salas en su prologo que los republicanos tenían "moral quebradiza" (se supone que quería decir con suavidad cobardía), "vitalidad debil", y "calidad defectuosa", suponemos que se refiere a las Fuerzas Armadas de la República, por contra de la extraordinaria calidad del ejército franquista. 

Todas estas tesis, como decimos aparecen expuestas en el prólogo del libro citado, pero la lectura detallada deja caer nuevas afirmaciones que hiladas con la narración y el estudio van componiendo otras no menos importantes aseveraciones:

Se ha ensalzado al Jefe del Estado Mayor Central, el general Vicente Rojo sin que en realidad lo merezca. Esta es una tónica perseverante en el libro dónde Salas pretende dar la vuelta a la aceptación generalizada de que Rojo tenía más cabeza para lo militar que Franco pero menos para lo político.

La historia militar de la Guerra Civil estaba tan falsificada (se refiere a la irrupción de historiadores no franquistas y sobre todo hispanistas ingleses y americanos) que Salas afirma que va ser enormemente casuista. Esto es, a los documentos me remito. Loable encono, si no fuera porque el acceso a tales documentos es particular. Es decir, sólo los historiadores franquistas tienen, en ese tiempo, acceso a los archivos militares y de la Guerra Civil.

Para Salas, la mayoría de lo escrito sobre la GCe hasta la fecha (1977) es superficial, y naturalmente, en el terreno de lo militar, sección materiales, especialmente exagerado. Y es ahí cuando entra él, con su determinación casuística basada en documentos que de momento sólo puede leer él y sus correligionarios, desde luego, ni Tussel, ni Alpert, ni parecidos. Y además, se permite un cierto desdén por la bibliografía (antes de él, claro), dejando quizá en mal lugar a su colega Ricardo de la Cierva, que a ese sí le va la bibliografía. La cosa parece clara, como la bibliografía le contradice innumerables veces, "él tiene un cierto desdén por ella", herejía, asume, que le reprocharán sin duda los eruditos. Pues no, se la reprocharán todos los aficionados. Desde luego, el se conforma con ser veraz, desgraciadamente, eso en historia es pura entelequia, la verdad es el argumento de los malos historiadores, nadie sabe que es la verdad en un hecho histórico salvo los hechos documentados, y si un historiador se proclama verdadero, malo, aquí tenemos un propagandista. Desgraciadamente, pero así es, la verdad, en la historia de la guerra civil española, la escriben los vencedores, cual es el caso.

Asume, naturalmente su condición de ex-combatiente franquista (y de la División Azul) para darle vueltas a la objetividad y marearnos y terminar simplemente apelando a la veracidad, rechazar las conclusiones premeditadas, y juramentarse para no manipular los datos para hacerles coincidir con sus opiniones. ¡Qué suerte la de Salas!, después de 10 años de estudio, miles de documentos, y cuatro tomazos, siguió pensando exactamente igual que cuando empezó el estudio, sólo que al fin de su monumental estudio, ya no tenía ninguna duda. Él tenía los datos exactos, la verdad definitiva... (¿Les suena?)

Y todo empezó cuando Salas leyó al sociólogo Raymond Aron que afirmaba con desparpajo que en las guerras civiles la correlación de fuerzas, de normal desfavorable a los rebeldes, puede modificarse esencialmente al hacer intervenir factores psicológicos y morales de una importancia superior a la de los recursos materiales. Lo que puede invertir la relación de fuerzas. Para más acicate para Salas, el señor Arón afirmaba que todo eso estaba muy bien excepto en la guerra civil española, donde la aplastante superioridad material de Franco hacía irrelevante la cuestión moral. Salas reconoce que esto fue un fuerte acicate para descubrir la verdad, o sea que no llevaba ideas predeterminadas, sólo que no le gustaba la aseveración de Aron y se puso a estudiar la guerra civil para descubrir (confirmar, según vemos), que era al revés, la superioridad material era precisamente la de la Republica, pues confirmó tras largos y esforzados trabajos documentales, que los republicanos, entre otras formidable armas, habían recibido mil tanques, casi dos mil cañones, más de mil aviones de combate, etc... Desgraciadamente para la sinceridad de Salas y sus ideas preconcebidas, el dice premeditadas, hoy sabemos que fueron 231 tanques (231/1000), 600 aviones (600/1200), 1000 cañones (1000/2000), etc... O sea, Salas contó de más, y así creyó echar abajo la tesis de Aron y confirmar la suya. El factor moral poco o nada tuvo que ver en la derrota republicana, y claro que hubo desmoralización, sobre todo en la retaguardia, pero la República supo rehacerse de estas crisis morales hasta que ya estuvo completamente derrotada. La batalla del Ebro es el ejemplo palmario de esto, y recordemos además la inicialmente exitosa ofensiva de Extremadura, ¡en 1939! La República, como hemos dicho muchas veces en estas páginas, peleó mientras le quedaron recursos militares. Y a los rebeldes les costo mil días de fuego acabar con ella. No está mal para tener moral quebradiza.

Lo que ocurre es que Salas no se cree a pie juntillas los tópicos franquistas sobre la contienda de sus antecesores propagandistas, que internamente le parecen burdos e incapaces de soportar un análisis histórico objetivo. Para solventar esto, Salas acomete la gigantesca labor de ofrecer 4000 páginas llenas de información y datos donde sus "verdades" caigan por su propio peso, ¡en páginas!

Pero Salas, al contrario de lo que dice, ya tenía muy clara la conclusión de su monumental estudio, además, metodológicamente, erró en la misma probatura de sus tesis, erró en el método y en la forma, dio importancia a las fuentes primarias cuando le convino y las minimizó cuando no le convinieron. Dejó a un lado las fuentes secundarias, como ya hemos dicho, excepto algunas excepciones que le venían al pelo, y todos aquellos documentos que podían añadir ciertas dudas a su estudio, fueron dejados atrás. Las pseudohistóricas afirmaciones sobre la moral, la vitalidad y la calidad humana de los republicanos, se encuentran muy lejos del estudio de la historia y se acercan mucho a las patrañas de Lopez Ibor, donde los rojos eran seres maléficos aquejados de frenopatías. La realidad, como veremos en este estudio sobre el Ejército Popular, es mucho más simple, y ha quedado prácticamente demostrada con los estudios de historiadores modernos, en relación al material, instrucción y organización, en cuanto al propio Ejército Popular, y a los factores externos en cuanto a las posibilidades reales de ganar política y militarmente una guerra civil.

Si nos centramos en los factores militares vemos dos aspectos fundamentales en la valoración de la derrota militar republicana, el aspecto material que se resume en que los rebeldes dispusieron desde el mismo momento de la rebelión hasta el mismo final de la guerra de mejor material y más abundante. Esta afirmación está sobradamente demostrada en la actualidad, tanto en los libros de los historiadores, Howson, Viñas, Kowalsky, etc.., como en nuestra propia web en el capítulo de armas para la República. El segundo aspecto es la organización militar, que se resume en que los soldados republicanos no tenían ni mejor ni peor calidad humana, sino una peor organización y burocracia militar. Y si a esto añadimos los factores externos, es decir la pronta ayuda italo-germana a los rebeldes, rápidamente nos damos cuenta de que la República resistió en la medida exacta en que evolucionaron sus apoyos internacionales, y que los rebeldes triunfaron, precisamente, en la misma medida en que disfrutaron de sus apoyos extranjeros.

De modo, que, y antes de iniciar la crítica a las tesis de Salas, podemos resumir que la Republica no perdió la guerra por su quebradiza moral, o por su débil vitalidad, o por su calidad defectuosa, todo lo contrario, a la República le sobraba de las tres cosas, son cuestiones mucho más cotidianas y reales, las que determinaron la derrota militar de la República, tras tres largos años de desesperada lucha (¡atrévanse a negar esto!), y las tres causas principales son:

  1. La pérdida del apoyo de las democracias europeas, sustanciada en la hipócrita política de No Intervención. Una tradición de Francia e Inglaterra, a tenor de lo que ha ocurrido en Bosnia.

  2. La cuestión material y logística. Con una principal ayuda concretada en Rusia, con contrapartidas políticas y con verdaderas dificultades logísticas.

  3. La cuestión organizativa y de instrucción. Con un ejército compuesto de civiles en armas, organizado sobre el papel, mal instruido, y sin apenas asesores.

2.- Crítica a las 7 tesis de Salas.

Salas: tesis primera: El día 19 de julio de 1936 el gobierno frentepopulista se vio ante la prueba de una guerra civil porque los sublevados contaban en el país con suficiente audiencia como para quebrantar en alto grado su posición en el poder. En otro caso, los rebeldes no hubieran tenido probabilidad alguna al fracasar el golpe de estado.

Falacia del antecedente. Es precisamente cuando fracasa el golpe cuando los rebeldes se ven obligados a buscar apoyo social. Los primigenios apoyos de los golpistas eran los clásicos de las asonadas reaccionarias, la oligarquía terrateniente y financiera, la ultraconservadora Iglesia Católica, los grupos ultramontanos y facciosos de toda la vida en España, y la oficialidad africanista y reaccionaria. Eran apoyos muy poderosos pero de escaso calado social. La consolidación de la retaguardia franquista se hace con terror puro y duro, un terror tan efectivo que diluye la calidad del apoyo, convirtiéndolos a todos, en puros entusiastas del franquismo. Así que las poblaciones conservadoras de Galicia, Castilla y Navarra, se acuestan, como digo, conservadoras, y se levantan con el brazo en alto, falangistas, carlistas, franquistas, molistas, y lo que venga. Más merito tiene la transformación de la población en Extremadura y Andalucía. La población se acuesta de izquierdas y se levanta de extrema derecha. ¡Extraordinaria transformación política la que se produce en la zona rebelde!

Salas: tesis segunda: El gobierno perdió finalmente la partida porque su influencia sobre el país decayó continuamente a lo largo de la guerra al tiempo que crecía en igual medida la de sus enemigos victoriosos.

Tesis para Pero Grullo. Es muy difícil mantener la influencia sobre el país cuando estas siendo derrotado militarmente. Quizá lo que Salas quiere decir aquí, es que el gobierno republicano perdió la adhesión de muchos republicanos a medida que la cosas se ponían feas. Es este un proceso natural de disolución del estado cuando uno va perdiendo una guerra a muerte. Sin más comentarios.

Salas: tesis tercera: En aquel entonces los medios de hacer y sostener la guerra que existían en el país se repartieron en forma relativamente equilibrada entre los bandos en pugna, como consecuencia lógica de sus igualdad de fuerzas. Las diferencias que se produjeron en la distribución de determinados elementos, permite ponderar aún mejor la equidad que presidió su reparto global. El gobierno consiguió una sustancial ventaja que no hacía sino reflejar la que suponía el disfrute de los resortes del poder.

Salas: tesis cuarta: No solamente el material del ejército y las fuerzas del orden público, fue el que se repartió con equidad; también el personal que habría de servirlo se distribuyó en forma relativamente homogénea.

Radicalmente falsas. Ya hemos dicho en alguna otra parte de esta web, que las tablas de comparación de unidades, materiales y hombres al 18 de julio y que no tengan en cuenta los aspectos cualitativos no pueden ser valoradas excepto como mera relación. Las unidades que quedaron con el gobierno, si eran del ejército y en el área de Madrid fueron disueltas la mayoría, decisión rectificada a posteriori, eso sí. Pero además, las unidades que pudiéramos decir quedaron leales sólo pueden valorarse si eran de fuerzas de orden público, y no todas, pues son innumerables los casos de deserciones, incluso en masa, sobre todo de la Guardia Civil. Los oficiales que quedaron en zona gubernamental no fueron integrados en las milicias por evidentes razones políticas. Los soldados, guardias y carabineros, en pequeñas unidades, se integraron en columnas dónde predominaban los civiles en armas, y la organización quedó mayoritariamente bajo mínimos. Todos estos supuestos recursos, si exceptuamos el Servicio de Aviación, flota incluida, no pudieron ser puestos a disposición del gobierno, como lo demuestran los hechos, por la sencilla razón de que no estaban al alcance de su mando, o mejor de los oficiales del Ministerio de la Guerra. La dislocación del estado republicano el mismo 18 de julio hacen irrelevantes todas esas unidades, armas y soldados. Si el gobierno hubiera tenido realmente el mando sobre las unidades militares que quedaron en zona gubernamental, de la misma manera que las que quedaron en zona rebelde, es evidente que la probabilidad de reducir la asonada hubiera sido máxima, por contra del mínimo que realmente aconteció. Es decir, la ventaja inicial de los rebeldes, desde el mismo 18 de julio es que cuentan con unidades completas (excepto los permisos de verano), bajo sus mandos naturales, con su armamento y a disposición militar, es decir con la disciplina propia del ejército. Esta ventaja es básica para entender, la pérdida de Sevilla, Córdoba, Granada y Cádiz. No son las estratagemas de Queipo las que toman Sevilla, Sevilla lo toman el Tercio y los Regulares contra civiles armados de escopetas, días antes o después, eso es irrelevante. Si el gobierno hubiera contado con tropas similares en la zona, Queipo se hubiera ido al garete y hubiera reposado tempranamente en una triste y gris tumba. Así que todos los recursos, ingentes al parecer, que los historiadores franquistas se empeñan en adjudicar al gobierno el 18 de julio, eran sólo sobre el papel. Se encontraban descabezados, desorganizados y muy lejos de los centros de lucha en el Noroeste y el Sur que es donde el gobierno comenzó a perder al guerra.

Salas: tesis quinta: La supuesta superioridad material de Franco, o si se prefiere, la clara inferioridad de los gubernamentales no existió más que como consecuencia muy tardía de las sucesivas derrotas sufridas por el Ejército Popular, muy especialmente en el Norte y en Aragón.

Es decir, sólo hasta la pérdida del Norte consiguió Franco superioridad militar, gracias a sus victorias militares. Tampoco podemos aceptarla, y los hechos nos dan la razón. Si la marcha sobre Madrid es la operación militar más importante del verano, y el cerco de Madrid la principal operación del otoño invierno del 36-37, y son en estas operaciones donde la República consigue rehacerse y construir un ejército pese a la pérdida de ingentes territorios, este proceso es exclusivo del frente del Centro. El ejército del Centro ha conseguido parar a los franquistas, pero el Norte, el siguiente objetivo de Franco, sigue siendo el punto más débil del dispositivo republicano. La superioridad rebelde en el Norte es aplastante en cuanto a materiales, artillería y aviones, y de nuevo, pues la cosa se repite machaconamente, en la calidad de las unidades. Si el ejercito de Centro está capacitado para la defensa, no así para la ofensiva, como lo demuestra Brunete, que apenas alteró la campaña franquista en el Norte. El Norte se pierde por la abrumadora superioridad naval, aérea y terrestre, más la superior calidad de las unidades rebeldes de choque en liza. Por tanto, la superioridad militar rebelde, en armas, materiales, y unidades de choque, es inicial, permanente y progresa geométricamente a la par que la República pierde recursos. No obstante, sí que es cierto que la República, mejora, perfecciona y organiza un ejército que cada vez más planta cara al rebelde, ayudado de estrategias político militares que tienden a suplir las deficiencias iniciales, y cierto es también, que aunque la máquina militar rebelde va de triunfo en triunfo cada vez le cuesta más batir al gobierno hasta que comienza el principio del fin, significado realmente en las desastrosas retiradas de marzo del 38. Por tanto la formulación correcta, a nuestro entender de esta tesis sería: Los rebeldes siempre contaron con superioridad militar y logística, pero la República supo rehacerse poco a poco hasta poner en pié un ejército con capacidad de resistencia. Cuando el Ejército Popular adquirió está capacidad, la desventaja en recursos era tal, que como mucho se podía aspirar a una paz negociada. Oportunidad que se perdió más que en el Ebro, en los escenarios internacionales de 1938.

Así que en cuestiones de superioridad, afirmamos que los rebeldes no dejaron de crecer nunca, pese a la pérdida de calidad de sus unidades de choque, lo que es del todo natural, Si sus regulares, legionarios y carlistas pierden chance, sus divisiones regladas, como las republicanas, ganan veteranía y pueden ser puestas en línea sin riesgos, al contrario del verano, invierno del 37 donde esto no era posible. Por lo que respecta a la República, sus recursos decrecen excepto periodos determinados, pero sus unidades superan sus defectos lentamente hasta que se produce el derrumbe del 38, que es la consecuencia lógica de las penurias materiales, de los defectos estructurales del frente de Este y de la difícil situación política por la que atraviesa el gobierno. Herido de muerte, el Ejército Popular consigue rehacerse, gracias a varios factores decisivos: el cansancio de guerra rebelde, la errónea estrategia franquista (ataque a Valencia) y la política de resistencia del gobierno Negrín, verdadero hito republicano muy poco valorado. Y de ahí, a la mayor confrontación de tropas escogidas de ambos bandos de toda la guerra, la batalla del Ebro, verdadero pulso que la República le echó Franco, y que éste aceptó, sin que realmente estuviera militarmente obligado.

Salas: tesis sexta: La ayuda militar "casi ilimitada" que se dice recibió Franco de Italia y Alemania no llegó a igualar en cantidad al equipo, armamento y municiones, recibido por el Ejército del Frente Popular, de la Unión Soviética o de otros mercados europeos y extraeuropeos.

La más importante de las tesis de Salas, y la más notoriamente errónea. Nos hemos cansado de repetir en esta web, que los rebeldes se hipotecaron en ventajosos créditos, que financieramente suponían más montante que el gastado por el gobierno a tocateja. Las riquezas minerales de España quedaron hipotecadas por decenios, y fueron un importante factor de pobreza en la posguerra. Hasta los años setenta no se terminó de pagar la deuda con Alemania. El resultado de las compras de materiales de ambos bandos es muy dispar, para un estudio pormenorizado recomendamos a Viñas, Howson, no obstante recordaremos aquí que los gastos monetarios de ambos bandos no fueron equiparables, los rebeldes trabajaron fundamentalmente a crédito, en el caso italiano, en bonísimas condiciones, y sin sobornos y sin comisiones. Los republicanos, sin embargo, gastaron, según los estudios publicados, un porcentaje muy alto de sus reservas en sobornos y comisiones, que no se tradujeron directamente en armas (unos 100 millones de dólares de la época), además, las armas que compraron eran más caras y peores que las que Italia y Alemania, principalmente, suministraron a los rebeldes. Pero además, y tan importante como lo anterior, las armas, viejas o nuevas, requieren de instructores. Las diferencias en este aspecto son abrumadoras a favor de los rebeldes. Los instructores rusos, que venían mayoritariamente con una aguda escasez de interpretes, hubieron de ponerse rápidamente a combatir en detrimento de la enseñanza. Los rebeldes disponían de excelentes academias bien dotadas de instructores extranjeros y de interpretes, destacando las de artillería. De modo que la República contó con menos armas, más viejas, salvo excepciones, más caras, y con mala instrucción. Las excepciones, algunos materiales magníficos rusos, carros y aviones, que no fueron relevantes a la hora de equilibrar la balanza, y no tanto por su inadecuado uso, sino por su demostrada escasez.

Los rebeldes recibieron las armas de dos países, Italia y Alemania, más algunas compras no significativas a terceros. La ayuda más importante a Franco fue la temprana, pues marcó una diferencia de la que el gobierno no pudo zafarse en toda la guerra, como los textos republicanos se hartaron de proclamar. En agosto de 1936 la superioridad material proporcionada por Alemania y sobre todo Italia, era abrumadora en cantidad y calidad. Aspecto que todos los historiadores y propagandistas franquistas ocultaron con tesón. En la actualidad, gracias a Viñas, Howson y otros esforzados historiadores democráticos, conocemos los datos con exactitud.

En el acervo histórico actual, esta cuestión, la de las armas, ya está resuelta, pese a la resistencia de los historiadores y aficionados pro-franquistas  a admitir la realidad que hemos descrito y que el lector puede leer en nuestra página de armas. Desmontar esta tesis es vital para los republicanos, pues en ella se esconde la mano de Salas a la hora de adjudicar a los republicanos, moral quebradiza, débil vitalidad y mala calidad, dado que si tuvieron superioridad en todo, la derrota sólo se explica con las tres frasecitas despectivas con que Salas despacha en realidad la epopeya republicana tras dejarse las cejas en 4000 documentadas páginas, pero la paja esconde la grana en este inmenso granero que es el estudio "Historia del Ejército Popular de la República", y que desgraciadamente para él, y para los lectores queda completamente descartado como fuente secundaria fiable.

Resumiendo entonces, afirmamos que la superioridad material además de su aspecto cuantitativo está también directamente determinada por el uso capaz del material, es decir, la instrucción del personal. Ambas cosas estaban declaradamente a favor de los rebeldes.

 Salas: tesis séptima: La discordia en el campo republicano no fue un factor con influencia decisiva en la guerra y aun en el caso de que lo hubiera sido, sólo serviría para demostrar la incapacidad de los dirigentes frentepopulistas para dirigir la acción colectiva de sus masas y la ausencia de suficiente atractivo integrador en sus programas.

Aquí Salas riza el rizo de sus ideas preconcebidas. Tanto si hubo como si no discordia en el campo Republicano, la República fue incapaz porque perdió la guerra y por tanto falló la dirección colectiva de las masas y por supuesto el ideario de los partidos republicanos era claramente inferior al atractivo estilo de vida reaccionario-clerical-militarista que tanto entusiasmaba a las masas que tenían que procurarse un certificado médico cuando por algún motivo, en las obligadas celebraciones fascistas, algún arrebatado participante no podía levantar su brazo por problemas médicos. Esta es la traca final de Salas. Los republicanos a la greña incapaces de conducir a las masas, quizá no tenían su teléfono, y además la promesa de un mundo mejor representada en las múltiples formas que adoptó políticamente en la República no tenían atractivo, sí lo tenía al parecer, la noche negra de muerte y rapto de niños, la negra rapacidad de los bárbaros vencedores, la negra capa de los capellanes de los pelotones, la negra vida que se avecinaba, la negra desesperanza del franquismo inacabable. Y me niego a seguir criticando este punto absolutamente vergonzoso para cualquier historiador o aficionado.

Queda pues demostrado, al menos para nosotros, que Raymond Aron estaba en lo correcto al diferenciar la guerra civil española en sus tesis sobre los factores morales en las guerras civiles.

M.B.